En 2023 el 90% de los españoles de entre 16 y 24 años y 85% de los jóvenes de entre 25 y 34 años utilizaron algún tipo de red social.
Entre los 15 y 26 años de edad el tiempo de uso promedio diario es de 5,5 horas en redes sociales. Uno de cada 5 menores de 35 años pasa más de 2 horas al día en Tik-Tok.
Es evidente que en general como población estamos expuestos de forma regular a las redes sociales, pero: ¿Qué impacto tiene este uso sobre nuestra salud mental?
Son las redes sociales adictivas?
Es probable que alguna vez te hayas «dado cuenta» después de un par de horas de que se te ha volado el tiempo haciendo scroll en tu red social de referencia. O que sientas que no tienes tiempo para hacer todo aquello que quieres o debes hacer, pese a que te tiras 3 horas al día en Instagram.
Esto se debe a que las redes sociales pueden ser muy adictivas, veamos porqué.
Desde los videos de Tik-Tok a tu feed en IG, las redes sociales han ido evolucionando al formato de contenido infinito.
Este formato tiene tanto éxito porque representa la versión más destilada de un antiguo truco que los fabricantes de máquinas tragaperras o juegos de azar ya conocen. El refuerzo positivo intermitente.
Refuerzo intermitente
El refuerzo intermitente es un concepto psicológico basado en los principios del condicionamiento operante desarrollado por B.F. Skinner. Se refiere a una estrategia de refuerzo en la que una conducta es recompensada de manera no constante o impredecible. Este patrón de refuerzo se ha mostrado muy eficaz para conseguir que las personas (y ratas de laboratorio) se mantengan repitiendo una conducta por largos periodos de tiempo. Es decir para que te pases más tiempo mirando la red social en particular.
Los experimentos al respecto realizados con animales siguen la siguiente fórmula:
Se crean dos condiciones:
- En una, el animal tiene acceso a una palanca, cada vez que la pulsa recibe de algún tipo de recompensa, normalmente comida.
- En la otra, la palanca solo da una recompensa de vez en cuando de una forma aleatoria.
Lo que se observa es que los animales con acceso a la palanca que siempre da comida dejan de usar la palanca mucho antes que aquellos que reciben la recompensa de forma aleatoria.
No solo eso, si no que siguen usando la palanca aunque haga mucho rato que ya no da ninguna recompensa.
Una de las conclusiones y aplicaciones prácticas que se extraen de estos experimentos es que si quieres que un animal repita una conducta una y otra vez tienes que darle una recompensa de forma esporádica y aleatoria.
Esto es porque el refuerzo intermitente, así como otros elementos que veremos a continuación, apunta directamente a nuestro sistema de recompensa del cerebro un sistema muy primario a nivel evolutivo (conectado con las partes más instintivas e inconscientes) que tiene un papel muy importante en nuestra motivación, aprendizaje y placer.
Scroll infinito y refuerzo intermitente
El refuerzo intermitente es evidente en el Scroll infinito, de cada 10 videos/contenido que se te presentan 1 es lo bastante interesante para que sigas haciendo scroll. La expectativa de que pronto llegará un video interesante te invita a seguir haciendo scroll mientras van pasando videos que no te interesan.
Flow, pero del malo
Muchas personas al utilizar redes sociales y estar haciendo scroll entramos en un estado de Flow, en el que nos abstraemos de todo aquello que no es el contenido que estamos consumiendo y pasa el tiempo sin darnos ni cuenta. Este estado de inmersión se observa también en personas que juegan en máquinas de azar tipo tragaperras.
Deslizar para refrescar
El hecho de tener que deslizar hacia abajo la pantalla para refrescar el contenido y la inmediatez de los resultados que obtenemos al hacerlo no solo genera una sensación de control sobre lo que hacemos (lo que favorece que sigamos haciéndolo), sino que también asociamos la repetición de movimientos (deslizar) a refuerzos intermitentes. De este modo, a nivel inconsciente y por memoria muscular, tendemos a repetir el movimiento una y otra vez.
Ser unx más y FOMO
Además de los hackeos que le hacen al nuestro sistema de recompensa del cerebro, las personas como seres sociales somos fáciles de manipular a través de nuestro deseo de pertenecer. Lo cual explica el éxito global de las redes sociales.
Saber que «todo el mundo» usa determinada red social nos motiva a usarla también.
Por un lado no queremos quedarnos fuera de nuestros grupos y sentirnos desconectadas de nuestras amistades que sí están dentro de las redes.
Por otro lado hay un FOMO (miedo a perderse lo que está ocurriendo) que se ve incrementado por la temporalidad de cosas como las Stories y los eventos en vivo, así como la posibilidad de que tengamos un mensaje por responder, que hacen que sintamos la necesidad de conectarnos con frecuencia para no perdernos nada.
Y mucho más
A todo esto hay que añadir el trabajo y la investigación que estas empresas dedican a afinar al máximo la interfaz de usuario, las animaciones, los sonidos, etc., para que resulten lo más atractivos y adictivos posible.
Asimismo, intervienen factores sutiles, como la reproducción automática de los vídeos, que reduce la fricción en la experiencia del usuario y, por lo tanto, disminuye las oportunidades de «despertar» y dejar el móvil a un lado.
La persona en el experimento eres tú
Además de recurrir a técnicas de manipulación de la conducta como el refuerzo intermitente y nuestro deseo de pertenecer, las redes sociales son un experimento psicológico masivo constante.
Estudios sobre la población general
Te presentes voluntario o no, si utilizas alguna red social es casi seguro que hayas sido participe en alguno de sus experimentos.
Por ejemplo, hace años Facebook publicó un artículo en el que habían estudiado como afectaba al estado emocional de sus usuarios el estar expuestos a determinadas publicaciones. Para ello crearon distintos grupos de usuarios, a unos les mostraron contenido con una carga emocional positiva y a otros con una carga emocional negativa.
Lo que descubrieron -y lo que hicieron- es que podían manipular el estado emocional de sus usuarios según el contenido que les mostraban en sus feeds.
El famoso algoritmo
Más allá de los experimentos a gran escala que involucran a miles (o millones) de usuarios, cada uno de nosotros estamos siendo constantemente estudiados y manipulados de forma automatizada por los algoritmos que rigen el comportamiento de estas redes sociales.
El algoritmo de las redes sociales crea un perfil en el que se recogen multitud de datos acerca de cómo te comportas tu dentro de la red social (bueno también fuera de ella gracias a las cookies), cada scroll, cada click, cuentan.
En base a esa información, el algoritmo está en un proceso constante de ajuste para conseguir, entre otras posibles cosas que desconocemos, que pasemos el máximo tiempo posible en la plataforma. Fomentando su capacidad adictiva.
Engagement, depresión, ansiedad y aislamiento
En las redes sociales nos vemos tentados a crear el máximo posible de interacciones (likes, follows, comments) ya sea porque hacemos dinero con ello o simplemente porque el refuerzo social es una gran fuente de motivación.
Esto favorece la creación de un entorno donde florecen especialmente contenidos de alto impacto, un impacto que no es necesariamente positivo para la salud mental.
Polarización
El contenido polarizante es una gran fuente de engagement debido a los efectos de lo que se conoce como la Teoría de la identidad social, según la cual las personas tendemos a categorizations a nosotros y los demás como parte de grupos a los que pertenecemos o no pertenecemos.
El propio funcionamiento del algoritmo tiende a crear burbujas ideológicas donde la persona cada vez se arrincona más en unas creencias e identidades.
Cuanto mayor sea la identificación como parte de o en oposición a un grupo, mayor será la respuesta emocional que nos genere el contenido relacionado.
Es por ello que publicar contenido donde se critica, humilla o exaltan las cualidades de ciertos grupos va a generar que haya engagement por parte de otros usuarios.
Ya sabes, las feminazis, los podemitas, los peperos, los machirulos, etc.
Los efectos del contenido polarizante en la salud mental son notables, diversos estudios muestran un aumento del estrés y la ansiedad, sentimientos depresivos, sensación de aislamiento y cabreo y hostilidad.
Por no mencionar la proliferación de ideologías extremistas y la deriva autoritaria en el ámbito político.
Éxito vs. Baja autoestima
Otro tipo de contenidos que generan alto engagement es el de personas de éxito y/o atractivas y/o carismáticas.
Aunque es natural que queramos ver el contenido que producen este tipo de personas, esto puede tener un efecto negativo sobre nuestra autoestima.
Cuando observamos constantemente a gente que hace cosas muy bien, o que son altamente atractivas o que simplemente son lo muy buenas en algo, es fácil que algunas personas no puedan evitar compararse con ellas. Y evidentemente salir «perdiendo».
Debido a que estas personas son las que más engagement generan y más seguidores tienen, es normal que nuestros feeds nos muestren sobretodo contenido relacionado con ellas, por lo tanto nuestro cerebro generaliza la idea de que lo «normal» son ellos y que sus niveles de éxito son alcanzables y por tanto, si nosotras no tenemos éxito debe ser porque somos defectuosas o unos «vagos». De hecho muchos creadores explotan estas inseguridades y auto-odio para conseguir popularidad.
No quiero decir que está mal que estas personas tengan visibilidad o que no puedan servirnos de inspiración. Cada persona es un mundo y estar expuestos a este escaparate de personas atractivas y exitosas afectará de forma distinta a distintos grupos de gente en distintos momentos de sus vidas.
Pero, si alguien está deprimido o tiene baja autoestima es altamente probable que el impacto sea negativo. Y cuando alguien se siente mal, las redes sociales, como son adictivas, son un distractor «genial» así que la persona se expone más y más a algo que le hace sentirse peor mientras ignora y evita sus propias emociones evitando que las procese adecuadamente. Es un circulo vicioso bastante dañino.
Di adiós a tu Atención y hola a procrastinar
Como ya hemos visto, las redes sociales están diseñadas hasta el milímetro para generar adicción. Como en cualquier adicción, tenerla a mano perpetúa su consumo.
Cuando somos adictos a algo, el mero hecho de que esté presente, o algo nos lo recuerde va a generar un deseo de consumo. Este deseo tiene dos componentes, uno es el impulso a consumir y otro es la anticipación del placer que nos va a generar.
Cuando aparece el impulso se genera una tensión que no se resuelve hasta que lo llevamos a cabo, cuando lo hacemos la tensión desaparece y obtenemos, aunque sea momentáneamente un alivio. Este alivio refuerza la conducta, por lo tanto aprendemos que cuando sentimos esa tensión, si miramos el móvil la tensión se irá. Este aprendizaje es muy instintivo, una vez más el centro de recompensa del cerebro está manejando el cotarro.
Si tenemos el móvil todo el rato con nosotras o trabajamos con el ordenador va a ser muy difícil que no accedamos a las redes sociales de forma impulsiva.
¡Atención!
¿Cuántas veces te encuentras viendo una película, quedando con una amistad o estudiando y de pronto sin darte cuenta te encuentras mirando el móvil?
Como la tentación está siempre en tu bolsillo o tu mesa, como buen adicto la tendencia va a ser a obtener tu dosis con frecuencia. Esto hace que prestar toda tu atención a algo, siempre que lo adictivo esté cerca sea prácticamente imposible. Especialmente si tienes las notificaciones activadas o simplemente el teléfono a la vista.
Además, al haber normalizado la existencia de contenido infinito, en cuanto te aburres un poco (y hablo de fracciones de segundo) tu cerebro está acostumbrado a que puedes rápidamente hacer scroll y buscar algo más interesante.
Esto quiere decir que si estás leyendo, escuchando, viendo o haciendo algo y experimentas algo de aburrimiento o fricción, tu cerebro va a querer cambiar a algo más placentero de forma instantánea. Básicamente cualquier cosa que no sea contenido altamente dinámico va a ser difícil de soportar.
Lo cual nos lleva a…
La Procrastinación
Como estamos acostumbrados a que podemos en microsegundos desterrar cualquier contenido mínimamente frustrante o que evoque emociones que nos molestan, la idea de ponernos a hacer algo que genera aburrimiento, confusión, desafío, dudas, ansiedad, etc. Nos motiva cero.
Por lo tanto procrastinamos, y claro al procrastinar, alimentamos el ciclo, no solo porque acostumbramos a nuestro cerebro a recibir solo contenido facilón, si no que además vemos a gente con éxito hacer cosas y nos sentimos peor por ser unos vagos o inútiles. Lo cual genera malestar que evitamos, una vez más con conductas adictivas y procrastinando.
Conclusión
Aunque las redes sociales tienen su lado positivo: Facilitan que estemos en contacto con nuestras amistades, nos permiten estar al día de temas que nos interesan y ofrecen entretenimiento. Tienen bastantes consecuencias negativas para nuestra salud mental.
Por una parte están diseñadas para ser extremadamente adictivas, así que es fácil que malgastemos más tiempo del que quisiéramos en ellas, además de desconectarnos de otras areas de nuestra vida e incluso generarnos síndrome de abstinencia si no podemos acceder a ellas.
Por otro lado pueden incrementar y cronificar estados depresivos así como minar nuestra autoestima. Cuanto más las utilicemos para evadirnos de nuestra realidad, más estaremos expuestos a gente que tiene éxito/son más atractivos/hacen cosas y menos procesaremos nuestros problemas. Generando un círculo vicioso.
Además, la manera en que están implementadas—con notificaciones, un cambio de contenido fluido y un control sencillo para eliminar aquello que nos incomoda o aburre—favorece una reducción significativa de nuestra capacidad para sostener la atención o afrontar incluso mínimos niveles de aburrimiento o incomodidad. Esto, sumado a la adicción previamente mencionada, fomenta la procrastinación.
En resumen, su uso excesivo puede generar dependencia, afectar nuestra capacidad de concentración y fomentar la comparación social, lo que podría influir en la autoestima y la gestión emocional.
Si te encuentras atravesando un momento duro de tu vida intenta plantearte el efecto que puede estar teniendo el uso que le das a las redes sociales. Si consideras que puede que te estén afectando de forma negativa, intenta darte un descanso.
Si te apetece acudir a terapia para hacer que tu vida más allá de la pantalla cobre algo de color, puedes contactarnos para acudir a terapia en valencia o terapia online.