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Escopofobia: cuando el miedo a ser observado se convierte en un trastorno

La escopofobia es un trastorno asociado a la ansiedad social que puede tener graves consecuencias en la vida de las personas que lo padecen. Dado que refleja un miedo intenso a ser observado u espiado, puede ser muy limitante ya que sobretodo viviendo en entornos urbanos es endemoniadamente difícil no exponerse a ser observados.

Si la persona afectada recurre, como suele ser normal, a conductas de evitación es posible que acabe encerrada en casa sin salir con las consecuentes dificultades para llevar una vida normal.

¿Qué es la escopofobia?

Como ya he mencionado, la escopofobia es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por el miedo a ser observado o espiado. Las personas que padecen escopofobia experimentan un miedo irracional a que otros los estén observando o espiando, incluso en situaciones cotidianas. Este miedo puede ser tan intenso que puede afectar significativamente la calidad de vida de la persona, limitando su capacidad para realizar actividades normales como ir al trabajo, ir de compras o incluso relacionarse con amigos y familiares.

La escopofóbia, como casi todo en psicología, describe un espectro. Hay personas a las que sólo les generará malestar y ansiedad ser observadas o la posibilidad de ser espiadas en determinadas situaciones como puede ser comiendo en público, bailando o dando un discurso. En estos casos, utilizar la palabra escopofóbia solo tendrá un sentido descriptivo del «trigger» de la ansiedad pero no convendría hablar de un diagnóstico o trastorno.

En cambio, cuando nos encontremos en el otro extremo del espectro y nos de una ansiedad extrema exponernos a ser observados y nos emparanoyemos con que nos espían en nuestra intimidad y esto nos preocupa en tal medida que afecta gravemente nuestra salud, vida social, laboral y personal, podremos hablar de un trastorno grave de escopofóbia.

Causas de la escopofobia

Los factores causales de la escopofóbia pueden ser muy diversos. Desde factores genéticos (aunque serán los menos), educativos, a experiencias traumáticas que han dejado su huella en nuestro sistema nervioso.

En cuanto al componente genético podría deberse a una historia familiar de altos niveles de ansiedad y trastornos relacionados que favorezcan una alta activación o sensibilidad.

En cuanto a factores educativos si hemos crecido en un entorno en el que la privacidad es muy importante, o la idea de que los demás quieren jodernos o son mala gente, por ejemplo, es probable que tendamos a querer permanecer fuera del ojo ajeno.

Es posible que a lo largo de nuestra vida hayamos sufrido alguna situación traumática en la que ser observados o espiados a acarreado un peso percibido importante. Puede que en el colegio nos hicieran bullying y hayamos aprendido que es mejor pasar desapercibido, o que nuestra conducta es motivo de vergüenza y fuente de potenciales ataques. Puede que se hayan reído ante alguna metida de pata, o que nos hayan dicho que vernos comer es desagradable, o cualquier otra situación que en resumen nos haya condicionado a que sintiéndonos observados estamos en algún tipo de peligro, ya sea de exclusión social o de agresión.

También es posible que hayamos sufrido algún tipo de acoso y alguien haya invadido nuestra privacidad a un nivel traumático y nos resulte especialmente difícil volver a sentirnos cómodos y seguros.

Tratamiento de la escopofobia

Como es común en el caso de las fobias, lo normal es que la persona tienda a evitar todas las situaciones que puedan generarle ansiedad. Ante la activación, sensaciones y emociones desagradables de la ansiedad la persona querrá alejarse de la situación y experimentará así una menor activación lo cual será una recompensa a dicha conducta de evitación.

Este mecanismo de refuerzo negativo es muy común en el desarrollo de distintos trastornos, especialmente en el caso de la ansiedad y las fobias. Cuanto más nos alejemos de aquello que nos da miedo, más miedo nos dará acercarnos, más nos retiraremos y más nos afectará en nuestra vida diaria.

Existen múltiples formas de enfrentar este tipo de problemas como pueden ser:

  • La terapia cognitivo-conductual, que se centrará en identificar y modificar los distintos pensamientos e historias que nos contamos que alimentan la ansiedad ante las distintas situaciones involucradas. Muchas veces incurrimos en pensamientos irracionales que no nos ayudan una mierda.
  • Además se introducirán distintas fases de exposición a la situación que genera ansiedad para poco a poco ir sintiéndonos más cómodas y superar el bloqueo que nos genera.
  • La Terapia de Aceptación y Compromiso puede ayudarnos a observar nuestro pensamientos y emociones con cierta imparcialidad y en lugar de automáticamente incurrir en conductas de evitación aprender a aceptar y sostener las emociones incómodas. Esto poco a poco hará que la intensidad de nuestra ansiedad se vea reducida.

Estrategias para reducir la ansiedad

Además de acudir a terapia para aprender a manejar tu ansiedad y así poco a poco recuperar el control de tu vida como cada vez más personas hace, puedes poner en práctica técnicas de relajación, o de toma de consciencia tipo mindfulness para lidiar mejor con los distintos síntomas de la ansiedad.

Poco a poco ir exponiendonos a cosas que nos ponen nerviosas, es siempre un camino que puede ser de gran ayuda y ante todo siempre tratándonos con amabilidad y sin machacarnos.

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