Introducción
La autoestima es un componente fundamental de nuestra salud mental y bienestar emocional. Afecta cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo nos relacionamos con los demás y cómo enfrentamos los desafíos de la vida. En este artículo, exploraremos estrategias prácticas respaldadas por la psicología para saber como trabajar la autoestima y cultivar una imagen más funcional de uno mismo.
Entender la Autoestima:
Baja y Alta autoestima
La autoestima se refiere a como nos valoramos.
Las personas que tienen autoestima baja suelen estar «midiéndose» constantemente.
Para medirse suelen hacer uso de la comparación. Ya sea con otras personas o con un ideal de como las cosas deberían ser o se supone que son. En resumen, cuestiones como las siguientes suelen estar muy presentes en la baja autoestima:
- ¿Por que no soy tan … como las demás?
- Debería ser capaz de …
- Si fuera … entonces todo sería mejor
- No soy lo suficiente … para …
De base suele haber la idea de que uno no es o funciona como debería ser. Y debido a esto uno no merece o es capaz de ciertas cosas. Además con la comparación aparecen sentimientos de ser inadecuados o de avergonzarse por su situación.
Las personas con alta autoestima lo son, no porque cuando se comparan «salen ganando», si no porque no se comparan tanto. Aceptan lo que son, sus cualidades y sus experiencias. Puede que haya cosas en las que quieran cambiar o mejorar. Pero no consideran que lo que son o lo que saben o hacen en estos momentos les convierte en personas menos válidas o que deben sentirse avergonzadas por lo que son.
¿Por qué tenemos alta o baja autoestima?
Los seres humanos somos complejos. No existe un único factor que determine nuestra autoestima. No obstante hay elementos que suelen afectar cómo nos percibimos. Conocerlos puede ayudarnos a saber como trabajar la autoestima.
Nuestra historia personal
En la edad temprana y adolescencia adquirimos los cimientos de nuestra propia auto-imagen. Es decir, quienes somos, qué cualidades nos hacen ser nosotras mismas.
Pese a que en realidad lo que somos va cambiando a lo largo de la vida, algunas ideas se quedan grabadas como parte esencial de como nos entendemos.
Si hemos crecido en un entorno en el que pese a las buenas intenciones de nuestros padres nos hemos sentido comparados, criticados o simplemente que no somos suficiente. O en el que el amor y la atención dependían de que cumpliésemos ciertas condiciones. Lo más probable es que aprendamos que solo somos válidas cuando cumplimos ciertas condiciones y, por lo tanto, aprendamos a compararnos y criticarnos nosotras mismas para tener una idea de si «lo estamos haciendo bien» o si deberíamos avergonzarnos y sentir que nadie nos va a querer.
Una mierda la verdad.
La cultura que nos rodea
Si además la sociedad se encarga de transmitirnos ideas sobre qué tipo de personas son deseables y aceptables, probablemente usaremos como criterio de comparación dichas personas.
Querremos tener éxito económico, ser populares, altos, delgadas, fibrados, con pelo en la cabeza, con estilo, extrovertidos, divertidos, cultos, emprendedoras, empotradores, inteligentes, etc.
El sistema capitalista favorece que individuos y empresas intenten explotar las inseguridades de la población para poder así crear mercados. Existen mercados para la gente que procrastina, para la gente que no acepta su cuerpo, para los que quieren tener pelo, para los que quieren ser más atrevidos, etc.
En resumen, la cultura, y en particular la cultura capitalista basada en beneficios favorece y alimenta las sensaciones de ser inadecuados, para poder vendernos una solución. Aunque la solución no mejora nuestra autoestima de forma definitiva.
Nuestro deseo de ser amados y aceptados
Las personas somos seres sociales, dependemos de los demás para sobrevivir. A nivel instintivo tenemos una gran necesidad de pertenecer y ser aceptados.
Si a esto juntamos una infancia que nos ha hecho sentir inadecuados y el vivir en una sociedad donde se fomenta la competición y las sensaciones de ser insuficiente lo normal es que nos preocupe en exceso la idea de ser suficientes o normales o lo bastante buenos.
¿Cómo podemos trabajar la autoestima?
Ante todo va a ser un proceso de interiorizar ciertas ideas básicas.
Identidad
Es normal sentir que tenemos una identidad definida que se mantiene a lo largo del tiempo.
«Yo soy Marta, soy divertida, tímida, buena persona, un poco fea y no se mucho de nada.»
Pero esta identidad, en última instancia, es un poco una ilusión. Es como si dibujamos un autorretrato y decimos «esta soy yo». Lo más probable es que el dibujo presente algunas de nuestras cualidades pero que no sea 100% fiel a la realidad. Además en el dibujo veremos solo un momento determinado desde un ángulo determinado.
Tus experiencias no son tu identidad. Si has fallado en algo, no significa que seas un perdedor. Si te han rechazado no significa que eres indeseable. En la vida no todo sale como queremos todo el tiempo, pero eso no dice mucho sobre nuestra propia valía.
La imagen que tienes de ti misma no es algo realmente estable, sólido y objetivo. A veces eres lista, a veces no tienes ni idea. A veces eres egoísta, otras veces altruista. A veces divertidas, otras reservada y seria. Para algunas personas eres sexy y para otras no.
Aprender a soltar la idea de «Yo soy …» te permitirá ser más flexible en tus percepciones y por lo tanto no considerar que eres valida o no. Simplemente eres.
Creencias que te ponen la zancadilla
Es probable que en el fondo tus acciones cuando te relacionas tanto contigo mismo como con los demás se basen en una serie de creencias determinadas.
Cosas como:
- Hay que tener un cierto cuerpo para ser deseado
- Si no soy entretenido la gente no va a querer quedar conmigo
- A mi edad debería tener ya las cosas claras
- Si me muestro como soy la gente se va a reír de mi y no lo podré soportar
- No hay que ser egoísta
- Si digo lo que pienso voy a herir a la otra persona, me van a rechazar, voy a cargar al otro con mi mierda, etc.
- La gente es mala
En fin, con las creencias tenemos que tener cuidado, el mundo es muy complejo y cada persona es distinta. Nuestro cerebro, por economía energética intenta meterlo todo en cajas, cuanto más grandes mejor. Pero corremos el riesgo de pensar que el mundo tiene unas normas que en realidad no tiene.
Si conoces a alguien que te dice que todos los perros son malos, o que todas las hamburguesas saben igual, o que todas las películas de animación son para niños. Probablemente pienses que esa persona no tiene ni idea de lo que habla. Pero si tu piensas que nadie va a desearte porque tienes celulitis te lo crees.
Es importante cuestionar estas creencias porque en el 99.9% de los casos, tomarlas como una guía de lo que va a ocurrir o de lo que «vales» es contraproducente, te va a poner más inseguro y hacer que te atasques donde sea que estás atascada.
Aprende a ocupar espacio
Una de las formas de trabajar la autoestima (a no ser que tengamos tendencias narcisistas) es bastante común que intentemos pasar desapercibidas.
Esto puede ser porque no queremos que la gente vea nuestras imperfecciones o porque pensamos que lo que hacemos/pensamos/decimos no es lo bastante bueno o importante.
Ante esto es muy probable que acabemos convirtiéndonos en camaleones, decimos que «si» a todo lo que nos piden, nos «da igual» donde vamos con nuestros amigos, no tenemos opiniones, no tenemos deseos ni preferencias. No queremos que nos rechacen o se enfaden con nosotras así que fluimos con todo y generamos la menor cantidad de fricción posible.
Haciendo esto ocurren dos cosas que son una mierda:
- Como nunca decimos lo que queremos, ni establecemos límites saludables ni damos nuestra auténtica opinion, cada vez estamos más desconectadas de nuestros deseos, creencias y esencia como personas.
- Al nunca «ocupar espacio», la creencia de que si nos mostramos como somos nos van a rechazar nunca se vez puesta en cuestión ni desafiada y la seguimos manteniendo como si fuese verdad. (Y nuestra autoestima sigue baja).
Persigue tus metas y acepta tus limitaciones
El deseo de superación personal es válido, pero a veces caemos en la trampa de buscar validación externa en lugar de hacer las cosas desde la propia satisfacción.
Antes de embarcarte en la búsqueda de tus objetivos, pregúntate si lo haces por ti mismo o para obtener reconocimiento externo. Es vital perseguir tus sueños desde una motivación para con uno mismo.
Conseguir tus objetivos lleva tiempo, te va a costar y la vas a cometer errores. Acepta cada paso del camino hacia tus metas, evitando la autocrítica destructiva. No puedes llegar lejos si te desprecias en el trayecto.
Entiende que tu valía no se reduce a tus logros o apariencia. Hay cosas que no puedes cambiar y está bien. El mundo es diverso, y cada persona te juzgará según sus propios criterios. No todos te amarán ni te odiarán, y esta realidad es liberadora.
Abraza tu singularidad y deja de luchar contra ti mismo. La verdadera transformación surge de la aceptación y el amor propio. Parte de que no necesitas cambiar para ser valioso; ya eres suficiente tal como eres.
Trátate mejor
Cuando pensamos en como trabajar la autoestima tratarse con compasión es esencial. Piensa en cómo le hablarías a una amistad que tiene baja autoestima y a la que ves sufrir en su existencia.
Si quieres practicar la autocompasión, tienes algunas claves aquí.
Deja las redes sociales (si puedes)
Este último punto puede ser controvertido, pero las redes sociales a día de hoy son una fábrica de baja autoestima.
Todo el mundo está intentando promocionar una cierta imagen o marca personal. Casi todo lo que ves en redes sociales son los éxitos o momentos que son socialmente aceptables. Y como te vas a comparar, siempre vas a salir perdiendo.
Hacer scroll en IG o TikTok viendo perfiles de personas que tienen lo que tu no tienes es una forma más de autolesionarse y desde luego no te va a ayudar a sentirte mejor contigo misma.
Tomarte un tiempo lejos de las redes sociales, para ver como te sienta puede ser un experimento muy interesante. Te lo recomiendo.
Conclusión:
Fortalecer la autoestima es un proceso continuo que requiere autoconciencia, autocompasión y un esfuerzo consciente.
Darte cuenta de que la forma que tienes de medir tu valor es sesgada y probablemente no compartida con todo el mundo puede ser liberador. No existen unas normas universales de que cualidades tiene que tener un ser humano para ser «valido» o que alguien le acepte o desee.
Poder desechar las normas rígidas con las que te comparas todo el tiempo y aprender a aceptar más lo que eres va a permitirte sentir una mayor seguridad en ti mismo y eso siempre hace la vida más satisfactoria.
Este proceso conlleva luchar con ciertas creencias sobre ti misma y las relaciones que están enraizadas en tu personalidad desde bien pequeñita. Echar manos de libros de psicología o acudir a terapia (como cada vez más personas hacen) siempre puede ser un apoyo genial para trabajar la autoestima de una manera más eficaz.