Skip to main content

Tabla de contenidos

La importancia de saber cómo marcarse objetivos en la vida

Ya sea con la intención de sobrevivir dentro del ultra-competitivo mercado laboral, o con la intención de llevar una vida personal más plena y satisfactoria, saber cómo marcarse objetivos y cumplirlos es una de esas habilidades vitales que, por desgracia, no suelen enseñarnos pero que realmente marcan la diferencia.

Veamos algunas de las consecuencias positivas que nos puede aportar practicar y desarrollar estas habilidades:

Para nuestra salud mental

salud mental objetivos cumplidos psicologia
Photo by Karolina Grabowska

Le da sentido a nuestra vida y dirección

Si nos ponemos ñoños, la vida es como un camino, uno que trazamos con nuestros pasos y aunque está bien deambular sin rumbo y explorar el terreno, tener objetivos le da sentido a nuestra vida (aunque nuestro objetivo sea poder vivir deambulando sin rumbo).

Saber dónde enfocar nuestro tiempo y energía llena de propósito y significado cada día, aunque tengamos que llevar a cabo, a veces, tareas “tediosas”.

Cada persona tiene unas inclinaciones, unos gustos, y una manera de ver la vida diferente. Saber qué cosas son importantes para ti o el tipo de actitudes y valores que quieres llevar a cabo en tu vida va a ayudarte a elegir tus objetivos y a mantener la motivación mientras los persigues.

Además, para cuidar nuestra salud mental es muy importante que las cosas que hacemos y de las que nos rodeamos nos hagan sentir emociones placenteras, como la alegría, la pasión y la tranquilidad. Llevar a cabo acciones basadas en nuestros valores y aquello que consideramos que es importante va a generar este tipo de emociones y por lo tanto nuestra salud mental lo va a reflejar.

Nos proporciona autoconocimiento

Para marcarse objetivos es importante pensar en lo que nos es verdaderamente importante. Aquello que nos hace sentir ilusión, orgullo y felicidad. Marcarse objetivos puede ayudarte a profundizar en ti, conocerte mejor, darle prioridad a los aspectos más importantes de tu vida y a tomar acción.

Te enfrentarás a tus propios límites y aunque probablemente en el camino puede que cometas errores, estas serán excelentes oportunidades para crecer y empoderarte.

Puede que incluso descubras que tus objetivos iniciales no eran lo que querías/necesitabas, pero tenías que experimentarlo de primera mano.

Para crecer en diferentes ámbitos de la vida

Nos ayuda a pasar a la acción y del sueño a la realidad

“Don’t call it a dream, call it a plan”

Anónima.

Muchas veces miramos con deseo (e incluso envidia) a otras personas que están viviendo una vida que nos gustaría poder disfrutar.

Quizás son buenas bailando, cocinando o tocando la guitarra. Tal vez tienen un trabajo que les permite tener más tiempo libre. O a lo mejor tienen una relación con sus amistades muy nutritiva.

A veces, por motivos muy sólidos (como puede ser nuestra situación socioeconómica) es muy muy difícil que alcancemos exactamente eso que anhelamos.

Pero en general, siempre hay algo que podemos hacer, para mejorar nuestra situación actual y acercarla más a aquello que queremos que sea.

Saber marcarte objetivos y llevarlos a cabo va a permitirte ir mejorando tu vida en sus distintas facetas. Está bien soñar, pero es incluso mejor planificar.

Te recomendamos que completes el siguiente ejercicio para ver qué áreas de tu vida podrían ser las primeras en enfocar a la hora de planificar tus objetivos.

cómo marcarse objetivos y cumplirlos
https://therapy-project.com/wp-content/uploads/2022/09/the-therapy-project-terapia-psicologica-valencia-objetivos-productividad-ejercicio.jpg

Para hacer el mundo un sitio mejor

Nos proporciona sensación de comunidad

Muchos de los objetivos que nos marquemos seguramente tengan que ver con un bien mayor, que se traduce en ayudar o servir a otras personas. Por ejemplo, si mi objetivo es hacer una exposición con mis fotografías, estaré ofreciendo belleza a otras personas y generando una comunidad de personas interesadas en ciertos temas.

Este tipo de acciones puede conectar tu vida a la de otras personas que de otra forma no se habrían cruzado en tu camino.

Además, es posible que desarrollar destreza a la hora de perseguir tus objetivos puede llevarte a sentirte más capaz de introducir cambios efectivos en tu entorno. Una vez te des cuenta de cuánto efecto pueden tener unos esfuerzos bien dirigidos, es posible que quieras usar este superpoder junto a otras personas para cambiar tu entorno.

¿Cómo cumplirlos?

Bueno, ya ves que aprender a marcarse objetivos personales y cumplirlos puede tener muchos efectos beneficiosos.

Pero, ¿cómo lo hacemos?

Pues sinceramente, no hay una única manera que le sirva a todo el mundo, por igual, así que en este artículo lo que vamos a hacer es brindarte tanta información práctica cómo nos sea posible, para que tú puedas elegir y poniendo en práctica los distintos recursos y puedas encontrar aquel que mejor se adapta a tus necesidades y tu forma de ser.

Para ello, dividiremos esta sección en 4 partes:

  • Motivación

Es importante tener claro los motivos por los cuales vamos a perseguir ciertos objetivos. Saber por qué hacemos algo va a ser nuestro combustible y conviene revisarlo con frecuencia para poder sortear los momentos más difíciles de nuestro camino.

  • Planificación

Veremos cómo puedes poner sobre la mesa tus sueños y objetivos para poder trazar un plan lo más efectivo posible.

  • Acción

Hablaremos de distintos factores y técnicas a considerar a la hora de ponerte manos a la obra.

  • Mantenimiento

Te avisamos ya, probablemente vas a fallar, procrastinar y te vas a frustrar. ¡Mejor saberlo de antemano que engañarse!

El camino es largo, pero agradecido.

En esta sección te aconsejamos recursos para mantenerte en el camino

Motivación

¿Cómo elegir objetivos?

Si has utilizado nuestra diana de objetivos más arriba, puedes empezar a hacerte una idea de aquellas áreas de tu vida requieren de especial atención y qué tipo de acciones te gustaría empezar a desarrollar.

Si no, te invitamos a hacer el ejercicio. Pero si no es lo tuyo o no lo tienes claro, no pasa nada, vamos a ahondar en la materia.

¿Es esto lo que quiero?

A veces, en la vida no nos queda otra que pasar por el aro y enfrentarnos a tareas y situaciones tediosas, “porque es lo que hay”.

Otras veces, hacemos cosas con el objetivo de ganar la aprobación de terceras personas, ya sea nuestros padres, amistades o la sociedad en general.

Motivos como estos no suelen ser muy efectivos a la hora de darnos la energía que necesitaremos para seguir el camino hacia nuestros objetivos.

Así, puede que estudies medicina, o empieces una dieta con tal de agradar a tus padres o que la gente te de cumplidos. Pero probablemente te resulte muy difícil mantenerte en el camino, y no solo sea tedioso si no que además te generará mucha frustración y baja autoestima.

Por eso es importante marcar tus objetivos en base a tus valores y necesidades propias.

Cuando tenemos claro qué valores y motivaciones propias dan el empuje a nuestras acciones actuamos con más efectividad y los contratiempos se enfrentan con mayor fortaleza.

Así que plantéate: ¿Para qué quiero conseguir esto? ¿Lo hago porque es lo que se espera de mí, o porque realmente quiero hacerlo? ¿Qué beneficios a largo plazo va a reportarme esforzarme en esto? ¿Qué clase de persona quiero ser mientras persigo este objetivo?

Diferencia entre quiero/debería

Si no respondemos a esas preguntas es probable que nos enfrentemos a nuestros objetivos y su consecución (o falta de ella) con un deberia/tendria que…

  • Debería hacer ejercicio
  • Deberia estudiar mas
  • Debería practicar más
  • Debería llamar a mi abuela
  • Debería trabajar en el proyecto
  • etc.

Muchas veces, es sorprendentemente fácil ver que realmente detrás de estos “debería” existe un “quiero” que sale de nosotros, que nos nutre y que nos resulta deseable.

Y aunque a menudo, como ya hemos dicho, nos toca pasar por el aro (al final hay que pagar las facturas). Y hay cosas que fácilmente podríamos decir que tenemos que hacer. Incluso en ellas puede que se esconda un quiero.

  • Quiero cuidar mi salud para no llegar a viejo y que me duela todo.
  • Quiero sacarme la carrera a la primera y optar a un buen puesto.
  • Quiero desarrollar mi técnica y poder hacer mi propia música.
  • Quiero tener contacto con mi abuela ya que me gusta verla feliz.
  • Quiero que mi empresa crezca y me permita una vida más cómoda.

Te sugerimos que eches un vistazo a todas esas cosas que tienes que hacer o que deberías hacer. Anótalas e intenta ver qué clase de “quieros” se esconden detrás.

Atesoralos, pues van a ser un recurso de energía de valor incalculable. Lo veremos más adelante, pero es muy fácil perderlos de vista y conviene volver a ellos, una y otra y otra vez.

Tus valores. ¿Están tus objetivos alineados con ellos?

Otra cosa importante que va a ayudarnos en el camino y que además nos ayuda a clarificar nuestros objetivos realmente es que estos estén de acuerdo con nuestros valores personales.

Pero… ¿Qué es un valor?

Es probable que te preguntes qué es exactamente un valor y que tienen que ver con tu objetivo de convertirte en maestrx pokèmon.

Bueno, los valores son los principios, normas, actitudes vitales que hemos asumido como nuestros, que nos permiten tomar decisiones y rigen nuestras vidas. Los valores guían la forma en la que queremos comportarnos en la vida, ya sea en nuestras relaciones con lxs demás, nosotrxs mismxs o con las cosas que hacemos.

Aquí van algunos ejemplos:

Libertad, Amor, Seguridad, Pasión, Justicia, Bondad, Generosidad, Gratitud, Resiliencia, Paciencia, Creación, Compasión, Constancia, Apertura a la experiencia, etc.

Si quieres que tus objetivos permanezcan en el tiempo es importante que tengas claros tus valores más importantes, y que estos estén alineados con tus objetivos.

Por ejemplo: Si uno de mis valores importantes es la constancia, la perseverancia o el compromiso, es más sencillo, que pueda revisitar este valor cada vez que esté tentada a abandonar mi objetivo y me de más fuerza para continuar porque es un principio innegociable para mi.

Si por ejemplo, he escogido unos objetivos relacionados con estudiar una oposición para trabajar en una administración y ninguno de mis valores vitales se corresponden con este tipo de trabajo o futuro, pronto me encontraré autosaboteandome sin cumplir con mis objetivos marcados y sentiré vacío y comenzaré a sufrir.

Ejercicio:

Realiza una lista de tus valores más importantes, de unos 15 o 10 valores. Tómate tu tiempo. Cuando los tengas, escoge 5 de estos valores. ¿Por qué son importantes para ti?

Ponles nombres y apellidos. Es decir, describe exactamente que significan estos valores para ti y en qué se aplican en tu vida y en día a día.

Proponte honrar tus valores de forma regular y traza una estrategia.

Por la mañana, puedes preguntarte: ¿Qué vas a hacer hoy para honrarlo, a lo largo del día?

¿Cómo vas a medir cuánto has honrado ese valor a lo largo del día?

¿Tus valores están directamente relacionados con los objetivos que quieres cumplir?

Si no es así, revisa tus objetivos, algo está fallando.

Identifica qué barreras podrían impedir que honres tus valores y ponle una solución a cada una de manera concreta.

Una mirada al futuro

Los objetivos siempre se encuentran en el futuro. A la hora de motivarnos para iniciar el camino a ese futuro, a veces, la visualización nos puede ayudar mucho. No solo a saborear los dulces frutos de nuestro esfuerzo antes de tiempo, si no también a saber cómo llegamos ahí.

Aunque no es un superpoder, la visualización, lo parece.

Te sugerimos que pruebes el siguiente ejercicio (Puede que te ayude grabarte un audio en el teléfono con la descripción de la visualización dejándote el tiempo necesario entre secciones):

Siéntate cómodamente y pon tu espalda recta, en una postura cómoda pero alerta.

Ahora con los ojos cerrados, imagina tu futuro dentro de 5 años. Durante esos 5 años has sido consistente en tu camino por alcanzar tus objetivos y metas. Según cuales sean puede que aún estés en mitad del camino, o puede que lo completases ya hace un tiempo.

¿Cómo es tu vida? ¿De qué forma te estás comportando? ¿Cómo te tratas? ¿Cómo tratas a los demás? ¿De qué manera el haber conseguido tus metas ha cambiado tu vida?

Dedicale unos minutos a estas cuestiones, intenta empaparte de ese futuro como si realmente estuvieses ahí.

Ahora…

Desde ese futuro mira atrás, mira a este presente y observa: ¿Qué empecé a hacer hoy, en este presente, para alcanzar todo eso? ¿Qué cambios introduje en mi rutina diaria? ¿Qué actitudes adopté que me hicieron el camino mucho más llevadero? ¿Qué camino recorrí en esos 5 años hasta alcanzar mis metas? ¿Qué obstáculos aparecieron y cómo los superé?

Dedícale unos buenos minutos a esta visualización, intenta observar tantos detalles, acciones y situaciones como puedas.

Al acabar, anota todo lo posible sobre este camino.

Este proceso de visualización te permite vivir en primera persona un anticipo de lo que está por venir y de los beneficios que dedicarle energía y tiempo a aquello que te propones puede acarrear. Lo hace más tangible aunque esté aún por llegar.

Otro ejercicio posible de visualización consiste en escribirte una carta como si fueras tu yo futuro:

En esta carta vas a contarle a tu yo del pasado (presente ahora) por qué mereció la pena dedicarle tiempo y esfuerzo a dichos objetivos y metas. En qué manera han cambiado tu vida a mejor. Cómo te hace sentir el haber seguido ese camino. Qué dificultades has encontrado en el proceso, y cómo has podido sortearlas.

Te recomendamos que pruebes a hacer este ejercicio, elige el que más te guste. Puede ser muy interesante y revelarte valiosa información.

Compártelo

Como todo en este artículo la siguiente sugerencia puede no ser para todo el mundo.

No obstante, se ha demostrado que a un gran número de personas les funciona.

Se trata de compartir tus objetivos con otras personas.

Esto se puede hacer de muchas maneras.

Para ciertos objetivos, por ejemplo relacionados con el ejercicio físico, existen comunidades y foros en los que multitud de personas comparten su progreso y sus dificultades con otras en situaciones similares. Ese sentimiento de comunidad, de estar en compañía en nuestro camino puede ser un recurso de apoyo muy importante e incluso generar cierta competitividad sana.

Otra forma es hacer un pacto con una persona cercana, darles por ejemplo una cantidad X de dinero, y acordar que esta cantidad sea devuelta una vez hayas cumplido con ciertas condiciones (relacionadas con tus objetivos). Muchas veces cuando dejamos de lado nuestros objetivos los efectos negativos de tal negligencia no son tan perceptibles (ya que en realidad lo que hacemos es empobrecer nuestro futuro y eso, en el momento, no lo notamos). Pero al haber un incentivo económico en juego se añaden consecuencias más tangibles e inmediatas que podemos anticipar con facilidad y estas consecuencias pueden motivarnos cuando estemos cerca de tirar la toalla.

Planifica

¿Cómo fallé en el pasado?

Antes que nada, ¿has llegado a este texto intentando conquistar tu eterno némesis? ¿Ese objetivo con el que te chocas una y otra vez?

Si no es la primera vez que te embarcas en este viaje, con estos objetivos. Si has fallado en el pasado a la hora de conseguir hacer lo que te proponías. No te fustigues, ahora puedes disfrutar de los frutos de esas experiencias pasadas.

Echa la vista atrás y observa en qué momentos flaqueaste en tu camino. ¿Cuándo perdiste la motivación? ¿Dónde tiraste la toalla? ¿Con qué partes del proceso has de ser más cuidadoso?.

Además, los puntos expuestos en la sección anterior “Motivación” son clave, asegúrate de que los aplicas, puede que te ayuden a entender mejor tu relación con tus objetivos.

Olvídate del machaque sadomaso, se trata de aprender, nadie es perfecto ni le sale bien todo a la primera. Adoptar una actitud de apertura y curiosidad con tus errores (y con la vida, pero eso es otro tema) te va a dar más libertad y ayudar inmensamente.

Beneficio de no cumplir mi objetivo. ¿Mi objetivo pesa más?

Puede que al analizar lo que falló la primera vez descubras que fue debido a no querer renunciar a ciertos hábitos y rutinas en tu vida. O que conllevaba el pasar por momentos de incomodidad y esfuerzo. O tener que sacrificar la satisfacción fácil e inmediata por una más plena pero alejada en el tiempo.

Cabe prever que el introducir los cambios necesarios para emprender un nuevo camino en tu vida va a conllevar ciertos sacrificios y el salirte de tu “zona de confort”. Al ser un proceso en el que estás expandiendo los límites de aquello que acostumbras a hacer van a haber tensiones y ciertas resistencias.

En estos casos, conviene tener claro los beneficios de cumplir con tus objetivos (como pudiste explorar en el ejercicio de visualización). Si los beneficios van a ser mayores que la incomodidad que genera el proceso, sin duda va a merecer la pena decir que “no” a ciertos planes, dejar de visitar tanto las redes sociales, renegar de la cervecita del viernes, o enfrentarte al “tedio” de practicar frecuencia por frustrante que pueda ser inicialmente.

¿Eres de los/las que se boicotea?

El miedo al fracaso

“El fracaso es el condimento que le da al éxito su sabor»

Truman Capote

A veces, lo que nos frena en la consecución de nuestros objetivos es la creencia de que no podemos o debemos fracasar, de que tenemos que ser buenos en todo y hacerlo de una forma impecable o perfecta.

Siguiendo estos dictados puede que en ciertas áreas de nuestra vida llevemos un control y desempeño muy notables, pero que otras áreas queden relegadas al olvido. Y que estemos desentrenados en el arte de ser mediocres.

Por ejemplo personas que desempeñan su trabajo muy bien pero que no consiguen ponerse a estudiar un nuevo idioma, o a escribir ese libro que tantos años llevan queriendo escribir.

Saben que son buenas en su ámbito laboral y ahí se vuelcan, pero aprender nuevas habilidades o emprender nuevos caminos les enfrenta a situaciones inciertas y a tener que ser mediocres por el camino.

Porque a veces nos olvidamos de que para empezar un nuevo camino, un nuevo hábito, aprender nuevas habilidades… Es requisito indispensable fallar, hacerlo de forma imperfecta y que el proceso no salga de manera fluida.

Si creemos (aunque sea de forma inconsciente) que fallar o hacer las cosas “mal” es algo que no podemos o debemos hacer, es muy difícil que podamos desarrollar nuevos hábitos, habilidades y empresas.

Por eso es importante darse cancha, entender que el proceso conlleva errar y ser mediocre. Es la única manera de llegar a ser realmente bueno en algo o de finalizar un proyecto que entraña el uso de habilidades hasta ahora inexploradas.

Si nos lo permitimos, si contamos con que va a haber momentos de torpeza y dificultad, podremos atravesar estos momentos con calma y aceptación y continuar caminando así hacia nuestro objetivo.

El miedo al éxito

Por otro lado existe también a veces un miedo al éxito.

A veces, conseguir nuestros objetivos va a traer consecuencias como mayor responsabilidad, estar más expuestos al ojo público, disponer de menos tiempo para otros aspectos de nuestra vida, etc.

Otras veces sentimos que no lo merecemos, que somos un fraude, que la imagen que vamos a proyectar y quienes somos realmente no van a encajar. Una sensación de nunca ser suficientemente buenxs.

Toca también con temas de perfeccionismo y de un ideal de cómo las cosas han de ser. Una vez más conviene recordar que fallar, errar y meter la gamba, es humano y normal.

Y, sobretodo, volver a nuestras motivaciones, ¿lo hacemos por nosotrxs o estos objetivos tienen su origen fuera de lo que es nuestro? (Tengo que ser médico porque mi padre es médico).

Para tener claro cómo nos afecta, a veces viene bien emprender un camino de conocimiento personal a través de la terapia.

Tu narrativa importa

Es muy posible que aunque tengamos la intención de introducir cambios en nuestra vida y de empezar a hacer cosas que nos acerquen más a nuestros objetivos, nos encontremos con ciertas dificultades.

Puede que, aunque hayamos trazado un plan de acción de lo más detallado, nos demos cabezazos una y otra vez contra la pared a la hora de ponerlo en práctica.

Gran parte de estas dificultades van a tener que ver con la forma en la que “narrámos” nuestra vida. Especialmente en referencia a los cambios que queremos introducir en ella.

La historia que nos contamos

Nuestro cerebro tiende a buscar patrones, relaciones de causa-efecto y a generar con ellos una historia, una narrativa, acerca de cómo nosotrxs, lxs demás y el mundo en general funcionamos/somos.

El problema es que el universo es algo extremadamente complejo y por lo tanto estos patrones, relaciones y narrativas suelen ser incorrectos y/o estar gravemente sesgados.

Y aunque esto sea así las narrativas, patrones y estructuras que creamos en nuestras cabezas nos resultan de lo más convincentes.

Tiene cierto sentido, ya que la incertidumbre y la falta de significado son sensaciones que pueden causar cierta incomodidad, y tendemos de forma automática a querer eliminarlas.

Pero dejémonos de rollos.

El problema aparece cuando estas narrativas, explicaciones e historias acerca de cómo funcionan las cosas (nosotrxs, lxs demás y el mundo) nos están fastidiando la vida e inmovilizando.

Así que, volviendo al tema que nos atañe de marcarse y conseguir objetivos, si yo por ejemplo sostengo narrativas como:

  • Da igual lo que haga nada me va a salir bien.
  • Soy un inútil.
  • Tengo que estar siempre bien de cara a los demás
  • En este mundo es imposible vivir bien.
  • En mi familia tienen todos sobrepeso, por lo tanto no me queda otra que tenerlo yo también.
  • Si hago el ridículo me voy a morir
  • La gente no va a apreciar mi labor
  • Yo no nunca seré tan buena como…
  • Sólo se puede conseguir de esta forma.
  • No puedo fracasar, si lo hago sería insoportable.
  • No debo ponerme nerviosa.
  • Etc.

Nos va a ser muy difícil ceñirnos a nuestro plan para conseguir nuestros objetivos.

Si nos las tomamos en serio, es decir, como si fuesen verdad: Todas estas creencias delimitan la realidad en una parcela más o menos reducida.

Esa parcela que forman es lo que ya conocemos, la que hemos habitado toda nuestra vida. Lo que llaman la Zona de Confort.

Estas creencias y los pensamientos que las acompañan no son en sí el problema. La limitación principal con respecto a ellas es cómo tendemos a darlas por válidas casi de forma automática y actuamos como si fueran ciertas.

En su lugar es más efectivo si nos las planteamos como hipótesis. Ideas que, bueno, puede que escondan alguna verdad pero quizás no son normas inamovibles del universo.

Por ejemplo:

“Soy una inútil, si voy a la entrevista de trabajo o me apunto a un curso la voy a cagar y eso sería insoportable”

Si tomo estas ideas al pie de la letra, especialmente pensar que sería insoportable, pues no me moveré hacia esos objetivos. Pero si nos lo tomamos como hipótesis podemos simplemente probar. Presentarnos a las entrevistas o apuntarnos a los cursos a ver qué ocurre.

Ciertamente va a ser más difícil, o incómodo que aquello que ya conocemos: nuestra zona de confort. Pero al fin y al cabo el explorar nuevas áreas, expandir nuestro rango de acción implica enfrentarse a lo nuevo. Y si, puede dar un poco de miedo, pero también es tremendamente excitante.

Y es muy probable que si, a pesar de las creencias, caminamos estos nuevos territorios, probablemente nos sorprendamos gratamente.

Que no te “enganchen” los pensamientos.

La aparición de estas creencias y pensamientos que nos ponen la zancadilla por desgracia escapan a nuestro control. No hay un interruptor en nuestras cabezas que podamos apagar y con él nuestros pensamientos menos prácticos.

Por suerte, no nos hace falta.

Cuando aparecen estas ideas de “no puedo hacerlo porque soy un inútil”, “yo no tengo fuerza de voluntad” o “si me sale mal va ser terrible” es probable que nos enganchemos a ellas como un pez a un anzuelo y nos arrastren de un lado para otro. Arrastradxs por ellas puede que acabemos procrastinando en el sofá, o atrapados en la cama, o bebiendo cerveza un miércoles a las 11 de la mañana.

En esos casos, decimos que el pensamiento nos ha enganchado y hemos acabado actuando en consecuencia, de forma automática.

Por ello, cuando aparecen, la idea no es luchar con ellos para deshacernos de ellos o incluso debatirlos para motivarnos, probablemente esto ya lo has intentado. Nuestro objetivo va a ser desengancharnos de ellos, ¿y cómo? pues observandolos por lo que son, simples palabras o imágenes que, sean ciertas o no, no controlan nuestro comportamiento.

Ante estos pensamientos te propongo dos cosas:

  1. Piensa en términos de utilidadSi pienso que soy un desastre y me quedo en casa comiendo pizza. ¿Me está ayudando esto a moverme hacia lo que deseo?
  2. Si pienso que soy un desastre, pero aun así me pongo a hacer las cosas que necesito y quiero hacer ¿Me está ayudando esto a conseguir lo que quiero?
  3. Siempre tenemos una elección entre hacer lo que nos acerca a lo que deseamos y lo que nos aleja (enganchados).
  4. Vale, pero ¿cómo me desengancho? Pues…
  5.  Intenta lo siguiente:

Cierra los ojos y observa tu interior date cuenta de qué pensamiento o emoción está dinamitando tu motivación “hoy estoy demasiado cansada”, “No se me va a dar bien nunca”, “la ansiedad no me deja”.

Una vez lo has identificado, nómbralo en tu cabeza de la siguiente forma: “Estoy pensando que…”, “Me siento con…”.

Por ejemplo “Estoy pensando que nunca llegaré a nada”, “Me siento muy tiradx hoy”

Y ahora añade: “Me doy cuenta de que estoy pensando que…”, “Me doy cuenta de que estoy sintiendo que…”.

Por ejemplo “Me doy cuenta de que estoy pensando que nunca llegaré a nada”, “Me doy cuenta de que me siento muy tiradx hoy” .

Es posible (aunque cada persona es distinta) que este cambio de perspectiva te desenganche del pensamiento o sensación. No van a desaparecer, pero te van a arrastrar menos fuera de control.

Ahora, presta atención a tu cuerpo, a tu postura y lleva a cabo alguna acción con tu cuerpo de forma consciente, fíjate que aunque tu mente esté soltando perlitas tú aun tienes el control sobre tus acciones. Aunque estés pensando que no vales para nada, eso no significa que tengas que quedarte en el sofá, tienes el control de tus acciones.

Por último presta atención al presente y tu entorno. Observa 5 cosas que te rodean y nómbralas en tu cabeza, distingue los sonidos a tu alrededor, los olores, etc. Esto te traerá al momento presente.

Con estos tres pasos habrás sido capaz de observar qué pensamientos y emociones están presentes. Sean cuales sean te habrás dado cuenta de que tienes capacidad de acción y el control sobre tus actos. Y habrás conectado de forma más directa y atenta con el momento presente.

Los ingredientes ideales para no dejar que pensamientos y creencias te impidan llevar a cabo tus metas.

Falsa impresión de progreso

A lo largo de todo este texto encontrarás información estimulante (esperamos) y distintos ejercicios, sin embargo…

¡Es muy importante que no sucumbas a la falsa impresión de progreso! A veces al poner sobre el papel nuestros planes de acción, o al compartir nuestras metas con terceras personas puede que sintamos que ya estamos haciendo algo (lo cual es cierto) y por tanto podemos relajarnos y la presión y motivación iniciales se diluyen.

Por muchos que leas sobre cómo marcarte objetivos si nunca te comprometes con el proceso, nunca los alcanzarás.

Es importante recordar que este camino hacia tus objetivos se fundamenta en el compromiso y en la acción continuada.

Cuidado con la parálisis por análisis

Cuando nos planteamos ciertos objetivos y metas. Especialmente aquellos que percibamos como más complejos y ambiciosos. Es posible que nos atasquemos en una “parálisis por análisis”.

Es normal que dediquemos un tiempo a considerar nuestras posibles opciones y vías de acción. Pero a veces las opciones no se equilibran o tenemos demasiadas y nos resulta muy difícil decantarnos por una vía de acción.

¿Te ocurre esto?

La mayoría de nosotros encontramos ciertas decisiones particularmente difíciles.

Si te ocurre muy a menudo, a veces es útil explorar los posibles motivos.

¿Quizás tomaste en el pasado una decisión y los resultados fueron negativos?

Si tu indecisión se alimenta de haber sufrido en el pasado por las consecuencias de alguna decisión y ahora sientes que no puedes confiar en tu criterio. Intenta en su lugar preguntarte qué aprendiste de esas decisiones, y cómo lo que ocurrió te ayudó a crecer como persona.

Además, probablemente en tu vida has tomado muchas decisiones que sí han resultado en cosas positivas. Es normal que nuestro cerebro se quede con las cosas que salen mal, su trabajo al fin y al cabo es protegernos. Pero no conviene dejar que este centrarse en los errores nos de una visión distorsionada de nuestra suerte o capacidad de decisión.

¿Te preocupa que al tomar una decisión terceras personas puedan juzgarte de forma negativa?

¿Te preocupa “equivocarte” al elegir y que tu futuro o tus relaciones se vean afectadas?

Una vez más tus motivaciones serán tu apoyo más fuerte. Tus valores, lo que quieres en tu vida y su alineación con tus objetivos van a ser la respuesta a muchos de estos conflictos.

Por lo general este tipo de indecisiónes, cuando se dan muy a menudo puede contribuir a síntomas de ansiedad tales como problemas estomacales, ataques de pánico y alta presión sanguínea.

Si pese a tener tus motivaciones claras aún dudas ante ciertas alternativas, una posible manera de enfrentar esta dificultad es plantearse unos ciertos límites temporales en los que tendrás que tomar la decisión.

Puedes darte por ejemplo una semana para decidir, y dedicar cierto tiempo específico al día para deliberar sobre ello. Puedes investigar las opciones, hacerte una lista de aspectos positivos y negativos, etc. Una vez el tiempo diario que hayas decidido utilizar en esto llegue a su fin, para.

Hazlo con miedo

Pero hazlo, no lo intentes apartar.

A menudo cuando nos enfrentamos a nuevos retos y situaciones no podemos evitar sentirnos inquietos, ansiosos o con miedo.

Es común que ante estas sensaciones desagradables nuestro primer impulso sea el de evitar de forma más o menos consciente tales situaciones.

A veces es simplemente mediante la distracción (haciendo otras tareas o procrastinando) o activamente evitando encarar la situación concreta en la medida de lo posible (o hasta que llega la fecha límite).

Ante esto, cabe recordar que si nuestros objetivos tienen que ver con expandir nuestras vidas y empezar a hacer cosas que no solemos hacer, sí o sí va a ver cierta activación o excitación (palabras, quizás, más útiles que ansiedad y miedo). Y, para crecer, para expandirnos vamos a tener que atravesar esos terrenos. Para hacerlo tendremos que entender que experimentar estas sensaciones y emociones forma parte de transitar nuevos o no tan conocidos caminos.

Así que permítete estar nervioso/a o tener cierto miedo mientras lo haces. Son la señal de que estás creciendo en nuevas áreas.

No esperes a qué llegue el momento oportuno

Bueno, llegados/as a este punto te recomendamos que empieces ya! No esperes al mejor momento, o lo postergues a una fecha redonda. ¡Aprovecha la inercia que estas sacando al leer este artículo y empieza a tomar acción ya!

Te recomendamos que eches mano de las técnicas que te proponemos a continuación.

Empieza

Escribe tus objetivos siempre

Antes que nada, te recomendamos encarecidamente que te hagas con una libreta (y a ser posible una agenda).

Tener un lugar reservado para el desarrollo de tus metas y objetivos te ayudará a desarrollar hábitos en torno a cumplirlos.

Una vez estén en papel podrás volver, revisarlos y re-ajustarlos tan a menudo como lo necesites, este proceso no es estático y hay que ser capaces de revisar de vez en cuando el camino.

Permítete experimentar. Mejor hecho que perfecto

Cuando nos proponemos nuevos objetivos y tareas es común que tengamos una visión de una rutina en nuestra cabeza, o unos resultados específicos.

Puede que te digas “Voy a hacer ejercicio 1 hora todos los días” o “voy a aprenderme esta canción en una semana”. Pero ante la puesta en práctica te encuentras boikoteando sin parar.

A la hora de iniciar nuevos hábitos y conductas, muchas veces es mejor empezar por los pasos más pequeños que puedas imaginar.

Si llevas sin hacer deporte desde los 20, plantéate mejor hacer 5 minutos de ejercicio en algún momento del día para empezar.

Si por lo que fuese una vez empiezas te enganchas, nada, disfrutalo. Pero no te obligues a cumplir expectativas poco realistas.

Siempre es mejor dar un pequeño paso que no dar ninguno.

Objetivos SMART

Existen muchas formas de definir objetivos, a continuación os vamos a detallar una de las más completas y utilizadas.

El método SMART

Este método sugiere que a la hora de plantearnos metas nos aseguremos de que lo hagamos de forma que sean:

Specific (Específicas).

Cuanto más específicos podamos ser a la hora de establecer la meta más fácil será saber hacia dónde enfocarnos exactamente.

Cuando te plantees tu meta intenta responder a estas preguntas (cuando tengan sentido):

  • ¿Qué quiero conseguir?
  • ¿Para qué lo quiero conseguir?
  • ¿Cómo lo voy a conseguir?
  • ¿Por qué es importante para mí?
  • ¿Cuándo la quiero haber alcanzado?
  • ¿Cuánto quiero conseguir?
  • ¿A quién involucra?
  • ¿Dónde está localizada?
  • ¿Qué recursos o límites están involucrados?

Por ejemplo:

“Quiero bajar de peso” es una meta no específica. En su lugar, una meta del estilo “Quiero bajar 3 kilos en 3 meses ” es una meta específica.

Si nuestra meta es “encontrar trabajo”. Planteada de forma específica sería “Quiero encontrar trabajo de profesor antes de 2 meses”.

Otros ejemplos de metas específicas serían:

Quiero estudiar inglés para presentarme al examen de C2 el año que viene y así optar a una beca de investigación en Reino Unido porque mi objetivo es viajar y acabar siendo profesor universitario.

Ser específicos nos ayudará con el siguiente requisito…

Measurable (Medibles).

Ser capaces de medir nuestro progreso nos permitirá analizar mejor nuestra efectividad, concentrarnos en lo importante y sentir la emoción de acercarnos a nuestro objetivo a lo largo del proceso.

Además el feedback que nos aporta el poder medir permitirá corregir el rumbo o nuestros métodos en caso de que no esté funcionando tan bien como deseamos o por el contrario reforzarnos cuando nos mantenemos en ruta de forma adecuada.

Preguntas asociadas a una meta medible pueden ser las siguientes:

  • ¿Cuánto?
  • ¿Cuándo?
  • ¿Cómo sabré que lo estoy consiguiendo?
  • ¿Existen pasos determinados que estoy cumpliendo?
Attainable (Alcanzables).

Debemos establecer metas que podamos alcanzar, o de lo contrario no nos veremos motivados y abandonaremos. A veces será necesario subdividir las metas en otras más pequeñas o en periodos más cortos.

Para plantearnos metas alcanzables debemos ser capaces de responder a preguntas como:

¿Cómo voy a conseguir esta meta?

¿Cómo de realista es esta meta, teniendo en cuenta otras limitaciones como: mi situación económica, el tiempo del que dispongo, otras responsabilidades o las leyes de la termodinámica?

¡Ten cuidado a la hora de establecer metas que escapan a tu control! Por ejemplo “Que me promocionen a directora de departamento” un objetivo así dependerá de la persona que tome la decisión y de los otros candidatos. Pero “Obtener la formación, experiencia y desempeño necesarios para mejorar mis opciones a obtener el puesto” sí es una meta alcanzable.

Relevant (Relevantes).

Este requisito implica que la meta que nos planteemos sea de importancia para nosotros/as y/o para la consecución de otros objetivos relevantes para nosotros/as.

¿Cómo sabemos que es relevante? Bueno una forma es observar si conseguir esta meta nos acerca a nuestros valores, a lo que queremos en la vida, ya sea para nosotros como para las personas que nos rodean.

Una forma de saber si la meta es relevante es cuando la frase que aclara su significado empieza como “Para sentirme…”.

Cuando la meta nos va a permitir sentirnos de forma distinta, de una forma que deseamos, va a ser relevante para nosotros.

Metas que nos hacen sentir satisfechas, tranquilos, exitosas, cercanos a las personas que queremos, bien con nosotras mismas.

De alguna forma las metas que nos planteamos buscan cambiar la forma en la que nos sentimos con nosotras, con la vida y/o con los demás.

Si tras analizar esto pensamos que conseguir nuestra meta no va a cambiar cómo nos sentimos, quizás esta meta no sea para nosotros, y si la perseguimos es bastante probable que fallemos ya que la motivación no será tan alta.

Timely (Enmarcadas en el Tiempo).

Necesitamos delimitar un tiempo objetivo para nuestra meta. De esa manera sabremos cual es nuestro plazo de acción y podremos enfocar y priorizar mejor nuestros esfuerzos.

Si carecemos de una fecha límite será fácil sentir que conseguir nuestra meta es una carrera sin fin. Establecer plazos delimitados nos permitirá acabar con esa sensación fatídica y nos dará el empujón necesario para esforzarnos cuando importa.

Aquí os dejamos un video que lo explica de una forma más visual:

Abandona el perfeccionismo

Seguimos en guerra con el perfeccionismo.

Todos queremos hacer las cosas bien, y en particular cuando somos muy meticulosxs y nos exigimos mucho. Pero puede que nos atasquemos ya que no queremos hacer las cosas mal y claro, así es imposible empezar a desarrollar una nueva habilidad, puesto que inevitablemente no vamos a hacerla bien desde el principio.

Es conveniente entender que hacer las cosas “mal” o no perfectas es una parte necesaria del camino. Si aspiramos a ser buenos en algo hemos de practicar y practicar y aprender de los errores.

A veces, cuando este miedo a equivocarnos nos bloquea demasiado. Puede ser práctico enfocar la tarea con la idea de hacerlo mal adrede. Esto te permitirá relajarte ya que fallar no será fallar, fallar será el objetivo, fallar y haber empezado a hacer aquello que quieres hacer.

Ten referentes

Hoy en día tenemos la suerte (y a veces desgracia) de poder acceder a una fuente casi interminable de información, internet.

¡Úsala!

Mucha gente ha pasado por lo que tú estás pasando. Internet está repleto de testimonios y recursos (como este) que pueden brindar nuevos enfoques y técnicas. Además puedes aprender de las personas que han recorrido estos caminos de forma efectiva (y que puedes comprobar dado su éxito).

Cada una tiene su propio camino, y es importante poder amoldar tus métodos a lo que mejor te funcione. Prueba distintos modelos hasta que encuentres aquel que mejor se ajuste a quien tú eres.

Hay mucho valor que extraer de las historias de gente que ha alcanzado sus objetivos. Podemos aprender de sus errores, compartir su frustración e inspirarnos con su persistencia.

Mantente

Lo fácil es empezar. Mantenerse, en cambio… es otro asunto.

A continuación te damos algunas pautas que pueden facilitar que te adhieras al proceso.

Crea un hábito

Una de las herramientas más útiles a la hora de persistir en tu camino hacia tus objetivos consistirá en desarrollar hábitos que te mantengan en contacto con el proceso de forma continuada.

El cordón umbilical

Una forma de hacer esto puede ser dedicarle unos minutos cada día a revisar tu libreta de objetivos, tus listas de tareas y tu agenda.

Te recomendamos que hagas esto en algún momento de “transición” a lo largo del día, por ejemplo mientras te tomas el café de la mañana antes de comenzar tu actividad diaria. O al terminar tu jornada, como una parte de tu rutina productiva.

Elijas lo que elijas y dure lo que dure, este tiempo será tu cordón umbilical con tu proyecto vital, ahí podrás revisarlo, introducir cambios y atender a los aspectos más urgentes.

Además puedes aprovechar estos momentos para añadir una lista de tareas de cara al día o al día siguiente, añade las tareas que se te ocurran. ¡PERO! Ten en cuenta lo que te contamos en el siguiente punto.

No hagas listas eternas de cosas, puedes complicarte la tarea

Puede que cuando empieces a hacer listas con las cosas que tienes que hacer acabes abrumado/a ya que la lista parece no tener fin. Si es tu caso, te recomendamos que cada mañana hagas una lista con las cosas que quieres hacer ese día y una vez acabes…

Elige solo las 3 que te parezcan más importantes y te dediques

exclusivamente a ellas. De esta forma podrás evitar el bloqueo ante tantas cosas pendientes e irás dando pasos efectivos en las cosas que tienes que encarar.

Mide tiempos y descansos

Otro hábito que merece la pena desarrollar es el siguiente.

Al ponernos manos a la obra en este camino hacia nuestros objetivos, es posible que encontremos dificultades a la hora de delimitar cuánto tiempo vamos a dedicar a nuestro trabajo y realmente cumplir con ello.

Cómo ya hemos visto es mejor comenzar por dividir las tareas en pequeños trozos. Pero hay veces que nos cuesta aunque sea dedicar 20 minutos a una misma tarea.

Esto puede ser por varios motivos, como por ejemplo tener un entorno de trabajo repleto de distracciones o simplemente la falta de práctica.

Como experimento puede ser interesante y el comienzo de un sano desafío que midas tu “tiempo de atención basal”:

Para ello te sugiero que te prepares para enfrentar una tarea -sobre todo una de esas que has estado evitando- y antes de comenzar actives un cronómetro. Una vez te distraigas (y te des cuenta) detén el cronómetro y anota el tiempo. Este es tu tiempo de atención base, ya sean 30 segundos o 5 minutos. Puedes utilizarlo para a partir de esa cifra ir practicando el arte de devolver tu atención a la tarea y estirando más y más esos segundos y minutos. Verás como con el tiempo te irá resultando más y más fácil.

Más allá de ese experimento, lo que quiero proponerte es lo siguiente:

Hazte con un temporizador, puedes usar una App en el móvil o, mejor todavía, uno de cocina en el que puedas ver el tiempo restante y así evitar la tentación de chequear el teléfono.

Una vez tengas el temporizador, vas a decidir dos tiempos, uno va a ser el tiempo que le dediques a la tarea, te sugiero algo en torno a los 15 – 35 minutos. El otro va a ser el tiempo que vas a darte para descansar y rascarte el picorcillo de distraerte te sugiero entre 5-15 minutos.

Ahora activa el temporizador y que comience la cuenta atrás. Muy probablemente, durante la tarea van a surgir impulsos de comprobar ese e-mail que acaba de llegar, o de mirar rápidamente tus notificaciones, o te has acordado de que hoy estaba pendiente enviar ciertos documentos. Cuando esto esto ocurra, echa un vistazo a tu temporizador, y plantéate si quizás eso que te ha surgido puede esperar los 10 – 20 minutos que te quedan de tarea. Si no quieres olvidarte, puedes apuntarlo en un post-it o un papel que tengas a mano para tales efectos.

Una vez el temporizador suene puedes parar la tarea. Es posible que, para tu sorpresa, te encuentres enganchado a ella. Si es el caso, adelante sigue hasta que te distraigas o termines. Si no es el caso, simplemente para y ponte otro temporizador para el descanso. Y disfruta de ese tiempo sin culpas ni estrés.

Dividir tus sesiones de trabajo de esta manera puede ayudarte a que resulten mucho menos tediosas, a mantener las distracciones a ralla y a que realmente hagas cosas.

Aunque te marcases periodos de 10 minutos de trabajo concentrado y 20 de descanso, si vienes de no hacer nada, ya es más de lo que has estado haciendo hasta ahora.

Visualizaciones

Como ya vimos en el apartado de Motivación, las visualizaciones son clave en el proceso.

Es importante recordar para qué hacemos ciertas cosas, especialmente cuando conllevan esfuerzo y sacrificio. Aunque los resultados deseados quizás se encuentren a días, meses o años vista, podemos saborearlos y utilizarlos como motivación con un sencillo ejercicio de visualización.

Dedica cierto tiempo periódicamente (una vez a la semana) a sentarte en tranquilidad e imaginar y visualizar ese futuro en el que todo tu esfuerzo ha dado sus frutos.

Te ayudará a mantenerte motivado y te permitirá disfrutar de la recompensa a tus esfuerzos sin tener que esperar.

Puede que pienses que es una tontería, o que cómo vas a disfrutar de nada en tu imaginación. Pero los beneficios de la visualización han sido ampliamente observados y replicados en multitud de estudios científicos. Merece la pena probar.

Focaliza tu atención en el proceso.

Muchas veces, cuando realizamos las tareas que requieren nuestros objetivos es posible que no estemos en un buen día y no nos apetezca, se nos haga bola o simplemente la tarea no sea de lo más agradable.

En estos casos, a no ser que la tarea sea prescindible, nuestra mejor alternativa va a ser aceptar esos sentimientos de aburrimiento y/o tédio.

En lugar de lamentarnos por el rollo que resulta realizar dichas tareas podemos adoptar una actitud de observación y fascinación por la actividad. Realizarla con toda nuestra atención y una apertura a la experiencia como la de un niño o niña que hace algo por primera vez.

Si por ejemplo estamos haciendo ejercicio, podemos prestar atención a nuestra respiración, a nuestra postura corporal, a la tensión en nuestros músculos.

Si estamos escribiendo a los movimientos de nuestros dedos en el teclado, al flujo de las palabras en la pantalla.

Intentamos así disfrutar de cada paso del proceso, de cada tarea, como una acción con significado, una acción única que requiere nuestra atención y dedicación.

El proceso puede ser duro, pero eso no implica que no podamos disfrutarlo.

Prémiate, celébralo

Es importante durante el proceso permitirnos ciertos espacios de placer, ciertas recompensas.

Al igual que las moscas, los hábitos se cazan mejor con miel que con vinagre.

De vez en cuando planifica para ti un momento o premio especial, cuanto más alejado de lo que normalmente haces por placer, mejor.

Así una vez a la semana si has cumplido con la mayoría (o todas) tus tareas compra un dulce especial, o date un paseo al atardecer por la playa o un masaje relajante, lo que prefieras.

A veces nos obcecamos en que ser productivos implica sólo sacrificio y trabajo en cantidades abusivas. Nada más alejado de la realidad, es importante permitirse momentos de placer, y podemos usarlos como recompensa a nuestros esfuerzos.

Si, en algún momento alcanzas uno de tus objetivos en el camino, ¡celebralo! Date un bailoteo, vete de cena especial o salta de alegría y gesticula con tus brazos en el aire, te lo mereces.

Bloquea el tiempo en la agenda

Muchas veces llenamos nuestra libreta con tareas pendientes, incluso las ponemos en nuestra agenda semanal, pero al acabar dicha semana no hemos hecho nada porque nos ha faltado tiempo.

Si ese es el caso para tí quizás te resulte de ayuda bloquear ciertos tiempos en tu agenda.

Para ello basta con seleccionar ciertos periodos de tiempo en el día en los que ni llamadas, ni reuniones, ni planes de última hora ni nada! Esas horas son absoluta y exclusivamente para dedicarte a tus objetivos.

Sé realista, intenta que esas horas se ajusten a tiempos que sabes que tendrás disponible, planea alrededor de ellos para que puedas estar en el lugar adecuado en el momento adecuado y puedas centrarte al máximo.

Aunque sólo sean unas pocas horas a la semana, este tiempo reservado, si lo utilizas será un progreso hacia tus objetivos de lo más efectivo.

Vuelve siempre

Por ultimo, pero no menos importante: Vuelve. Una y otra vez.

Si tu objetivo es realmente importante para ti. No importa cuantas veces falles o te pierdas en el camino. Siempre puedes regresar.

Revisa tus motivaciones, tus miedos, tus creencias limitantes. Aprende de tus errores. Crece como persona y lucha por lo que te importa.

Despedida

Bueno, llegados a este punto nos despedimos.

Esperamos que este texto os haya ayudado a acercaros más a conseguir las cosas que queréis en vuestras vidas. Y a enfrentaros a las distintas dificultades que sin duda aparecerán por el camino.

Probad lo que os proponemos y nunca dejéis de experimentar y buscar información hasta que deis con vuestro método ideal. Será distinto para cada unx de vosotrxs.

Pero ante todo… ¡empezad y manteneos!

«Este artículo puede contener enlaces de afiliados de Amazon. Si realizas una compra a través de estos enlaces, recibiré una pequeña comisión sin coste adicional para ti. Esta comisión nos ayuda a mantener el sitio y seguir ofreciendo contenido de calidad.»

Leave a Reply