Autoexigencia es no escucharse
Muchas veces en terapia me encuentro a personas con un alto nivel de Autoexigencia. Aunque este no sea su principal motivo de consulta si que es cierto que altos niveles de Autoexigencia pueden tener un impacto negativo en nuestra saludo mental. Especialmente en asuntos relacionados con la Ansiedad.
Puede ser dañina en cuanto a que la persona, muchas veces, en su empeño por hacer las cosas como siente que quiere/tiene/debe hacerlas acaba pasando por encima de sus propias necesidades tanto emocionales como físicas.
Por ejemplo:
- Una persona que se exige siempre estar al 100% en su trabajo y apenas desconecta en su tiempo libre, nunca se toma un día libre (ni aunque acabe de morir su hámster) y cuando algo le sale mal en el curro se machaca y se autocastiga.
- Una persona que se siente tímida y le incomoda estar en ambientes sociales con gente que no conoce y ante estas sensaciones incómodas se machaca y fustiga por sentirse así diciéndose que ¿por qué no disfruta como lo demás? o ¿por qué siempre tiene que ser tan «rara»?.
- Una persona que ha sufrido momentos emocionalmente duros en su vida, quizá incluso recientemente. Pero cuando en casa le viene la tristeza y el llanto se dice «no te pongas a llorar», «no seas llorica», «no quiero ser débil» y se ocupa haciendo cosas para distraerse.
Como veis, los ámbitos pueden ser muy diversos, pero en el fondo hay un no escuchar las propias necesidades y censurarlas, ignorarlas o pasarlas por encima poniendo otras por delante.
Los tiempos no ayudan
Hoy en día existen varios factores que favorecen que los niveles de autoexigencia anden bastante altos.
A nivel laboral
Las presiones son altísimas.
La precariedad laboral pone a las personas bajo altos niveles de presión y encima la sensación es de falta de estabilidad y de inseguridad.
Es un contexto en el que podemos sentir que no podemos bajar la guardia, bajar el nivel de la marcha o cometer errores, porque si lo hacemos las consecuencias pueden ser terribles.
Se junta además la configuración «líquida«, como decía Bauman, de la economía y la auto-explotación de Byung Chul Han.
De manera que nos encontramos en un entorno en el que la estabilidad profesional brilla por su ausencia y las posibilidades de acción son tantas que es prácticamente imposible no sentir que podrías estar haciendo más o mejor.
Un contexto ideal para la autoexigencia.
La inteligencia emocional es clave
Con respecto a nuestra capacidad de escucharnos, de saber qué nos está ocurriendo y qué necesitamos hacer al respecto es importante hablar de la inteligencia emocional.
Por suerte, parece que las tendencias están cambiando, pero hasta ahora de normal a casi nadie se nos ha educado a tener una relación sana con nuestras emociones. Y esto, entre otros muchos problemas, fomenta que la autoexigencia alcance niveles problemáticos.
La tristeza, el miedo, el enfado y otras emociones incómodas son un poco tabú y ante ellas, no es extraño que nuestro primer impulso sea querer «solucionarlas», ocultarlas y deshacernos de ellas.
Como no hemos aprendido que las emociones necesitan su espacio, ser escuchadas y permitidas, nos empeñamos en vivirlas como problemas y tendemos a exigirnos a nosotros mismos que deberíamos dejar de sentirnos así o asá. Especialmente cuando estas emociones están haciendo que nuestro desempeño profesional y social se vea afectado.
Las redes sociales nos ponen en competencia
Cada vez se habla más de cómo las redes sociales se caracterizan por siempre mostrar la faceta más atractiva, exitosa y fantástica de las personas. Y si no existe, no hay problema, unos cuantos filtros y todo solucionado.
No sólo internet en general y las redes sociales en particular se han convertido en un escaparate infinito de todas aquellas cosas que no tenemos, si no que nosotros mismos nos encontramos tras el cristal siendo invitados a exponernos ante los demás y competir con ellos por tener mas «likes», más «followers» o unas vacaciones, zapatillas o bolsos de marca mejores y más caros.
Ante esta continua exposición a la artificialmente inflada vida de éxito de todo el mundo, es fácil sentir que no lo estamos haciendo bien, que tenemos que esforzarnos más y, en consecuencia, nos exigimos más.
Autoexigencia y Ansiedad
Debido a que las expectativas que sentimos que hemos de cumplir ante tal contexto requieren un esfuerzo literalmente sobrehumano (especialmente si es durante largos periodos) lo más probable es que empecemos a experimentar los distintos síntomas de la ansiedad tales como:
- Alteraciones del sueño
- Consumo de sustancias
- Cambios bruscos en la alimentación
- Taquicardias
- Ataques de pánico
- Llanto espontáneo
- Irritabilidad
- Sarpullidos
- Mareos por ansiedad
Y un largo etc.
También es común que mantengamos un ritmo potente una temporada pero de vez en cuando nos pasemos una semana con síntomas depresivos o directamente nos pongamos enfermos.
Los orígenes de la autoexigencia
No sólo de contexto tardocapitalista trata la cosa. Los niveles de autoexigencia no son los mismos para todo el mundo.
Hay personas con tendencias perfeccionistas que se exigen mucho todo el tiempo y tienen muy baja tolerancia a la frustración o el fallar. Cuando esto ocurre se suelen machacar bastante.
Este tipo de relación con unx mismx suele tener su origen en familias en las cuales sentíamos que:
- Cometer un error podía causar que nuestros padres se enfadaran de manera desproporcionada
- Familias en las que las figuras de apego sólo dan muestras de afecto a sus hijos cuando lo hacen bien, sacan buenas notas o son los mejores en algo.
- O en las que había «problemas más importantes» y no hacer las cosas bien iba a ser una carga extra en un contexto familiar que ya tenia «bastante con lo suyo».
Que la Autoexigencia motive pero no ahogue
Ante esta situación social y a menudo familiar ¿qué hacemos con nuestra Autoexigencia?
Si bien es cierto que el contexto económico escapa a nuestra influencia directa (aunque nunca está de más movilizarse para generar cambios ante las injusticias que consideramos deben mejorar) y los niveles de energía que se nos demandan suelen ser altos siempre es importante prestar atención a las señales de que estamos forzando la máquina más de lo saludable. Si empezamos a sentir que nuestra ansiedad empieza a emerger y nos está fastidiando la salud cabe observar bien nuestra situación y discernir la exigencia real de la autoimpuesta y la necesaria de la opcional.
Preguntas como:
- ¿Puedo delegar parte de mis responsabilidades?
- ¿Puedo pedir ayuda y apoyo?
- ¿Hace falta realmente que trabaje tanto?
- ¿Son mis condiciones de trabajo legales? ¿o se me está explotando y la ley está de mi lado?
- ¿Puedo hacer ver mi situación y pedir una reducción de carga de trabajo?
Enfocan el lado más pragmático de todo esto.
También hay cuestiones de ideales perfeccionistas que cabe preguntarse:
- ¿Hace falta que lo haga todo al 100%?
- ¿Hace falta que lo haga tan rápido?
- ¿Por qué estoy haciendo esto?
- ¿Por qué no estoy cómoda con mi posición?
Estas preguntas son solo una de las muchas que nos podemos hacer y para cada persona serán distintas. En todo caso, si sufres de estrés y ansiedad casi continuos, o si te dan bajones depresivos de la nada, y vives casi sin parar, quizás convenga revisar lo que hay bajo el capó alimentando toda esa Autoexigencia.
En todo caso, para el trabajo con este tipo de cuestiones de autoexigencia y perfeccionismos bien enraizados siempre viene bien contar con la ayuda de un profesional de la psicologia o psicoterapia, como cada vez más personas hacen.
«Este artículo puede contener enlaces de afiliados de Amazon. Si realizas una compra a través de estos enlaces, recibiré una pequeña comisión sin coste adicional para ti. Esta comisión nos ayuda a mantener el sitio y seguir ofreciendo contenido de calidad.»