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Introducción

Hoy vamos a ver algunas de las señales que indican que podemos tener dificultades a la hora de poner límites. Rescatandolo de este post de nuestro IG.

La capacidad de poner límites es una habilidad indispensable a la hora de mantener una adecuada salud mental y buenas relaciones.

En el fondo se relacionan con nuestra relación con la agresividad y el enfado.

Los límites nos protegen de las intrusiones por parte de otras personas. Protegen lo que es nuestro -tiempo, energía, respeto, dinero, nuestra integridad física, etc-. Si tenemos dificultades para ponerlos es probable que nos ocurran cosas como las que siguen:

1- Te cuesta pedir cosas

Pedir

Te cuesta mucho pedir cosas. No solo te puede costar poner limites pidiendo cosas como que te dejen en paz, o que no te hablen mal, o que no te interrumpan por ejemplo.

También te puede costar pedir favores, pedir ayuda, que te acompañen, que te den un día libre, un aumento, un abrazo, etc.

Esto puede deberse a que a ti quizá te resulte difícil decir «no» y cuando te piden cosas te sientes en un compromiso del que es difícil o desagradable salir.

Así que cuando te toca a ti pedir, puedes sentir que la otra persona también lo va a vivir de forma similar, es decir como algo incómodo a lo que se van a sentir obligados a aceptar. Y esto te puede frenar.

Sobra decir que cada persona vivirá estas peticiones de forma distinta según su propia personalidad e historia personal.

2- De vez en cuando te sale un enfado desproporcionado

rabia explosivaMuchas veces problemas a la hora de poner límites se relacionan con un conflicto con la emoción del enfado o de la rabia.

Puede que creciendo fuésemos testigos o victimas de agresividad verbal o física, o que ante nuestros enfados se respondiese de forma exagerada. En cualquier caso asociamos el enfado como algo malo, desagradable, desproporcionado y que no debería ser.

Esto puede hacer que nos lo censuremos, quizá ni lo notemos, y a lo largo del tiempo suframos pequeños daños por parte de los demás o el mundo y no hagamos o digamos nada al respecto. Por ejemplo:

  • Se nos comen comida de la nevera los compañeros de piso
  • Se nos cuelan en el super
  • Nos dejan plantadas
  • Nos hablan mal
  • Nos interrumpen constantemente mientras trabajamos
  • etc.

Como no decimos nada ante estas situaciones molestas o dañinas, vamos acumulando por dentro una cierta tensión no resulta. Es por eso que probablemente llegue el día en el que lleguemos al límite y nos salga de pronto un enfado desproporcionado, rompamos algo o gritemos a alguien por algo «sin importancia».

3- El conflicto te incomoda

conflictoEn linea con lo expuesto en el punto anterior, los problemas para poner límites se relacionan con una relación difícil con nuestro propio enfado o agresividad.

Esta relación hará que los conflictos nos incomoden y tendamos a evitarlos. O incluso que nos metamos a menudo en el conflicto pero de una forma demasiado agresiva porque la intensidad emocional sea muy alta.

En cualquier caso, tendremos dificultad a la hora de enfrentar cualquier conflicto con otras personas y no podamos hacer gala de una comunicación asertiva para resolverlo o directamente no lo enfrentemos y nos lo «comamos» solos/as.

4- Te molesta mucho que la gente te insista

Como en el caso del pedir, si te resulta difícil o muy incómodo decir «no» probablemente te moleste mucho que la gente te insista.

Quizá puedas decir «no» al principio pese a que te cueste pero si te insisten mucho acabes por ceder y acudiendo a un compromiso que no te interesa o apetece nada de nada.

Al sentir que sostener tus propios límites es difícil, que te insistan te resulta muy desestabilizador y molesto.

 

5- En tus relaciones te disuelves

Si te cuesta pedir, afrontar el conflicto y mostrar cuando algo te molesta puede ser que en tus relaciones estés más pendiente de lo que necesita la otra persona que de tus propias necesidades.

Poco a poco según se van traspasando tus límites y no digas nada, lo que es tuyo, lo que te define se irá disolviendo.

Puede que adoptes los hábitos de la otra persona y dejes los tuyos de lado. O asientas ante sus opiniones y las acabes haciendo tuyas.

En definitiva como los límites que separan lo tuyo de lo del otro tienen bastante fisuras acabas mezclándote con lo de los demás y lo tuyo se disuelve.

Conclusión

En resumen, los límites nos permiten proteger lo que es nuestro ante las invasiones de lo externo.

Saber pedir, saber decir «no» y tener una sana relación y contacto con nuestro enfado son todo caras de la misma moneda. Saber poner limites.

Si te has visto reflejadx y te gustaría profundizar -como cada vez más gente hace-, a través de la terapia, en cómo este tema afecta tu vida y aprender herramientas para aprender a poner límites y afrontar el conflicto y las relaciones de forma más sana, puedes ponerte en contacto con nosotrxs.

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